Ya sabemos quién fue a Sevilla y perdió su silla, de quién hablamos cuando hablamos del Rey de Roma y por qué hasta el cuarenta de Mayo no nos podemos sacar el sayo. Así que vamos a intentar descifrar otro dicho con connotaciones geográficas: que salga el sol por Antequera, que puede verse escrito con dos coletillas distintas:
- Que salga el sol por Antequera y que sea lo que Dios quiera.
- Que salga el sol por Antequera y póngase por donde quiera.
Utilizamos esta expresión cuando, pese a no estar seguros de la decisión que acabamos de tomar, decidimos asumir el riesgo y lanzarnos a la aventura. Benito Pérez Galdós la empleaba así en su obra “La batalla de Arapiles” (1857): “De modo que a Francia me voy, y salga el sol por Antequera”.
Respecto a su origen existen al menos tres versiones, pero todas coinciden en situarlo en la época de la Reconquista, de la que también provienen dichos como “irse por los cerros de Úbeda” o “poner pies en Polvorosa”.
La primera de ellas viene avalada por el lexicógrafo José María Iribarren, quien, en “El porqué de los dichos” (1955) afirma que esta frase fue exclamada en el campamento de los Reyes Católicos, ubicado en las inmediaciones de Granada. Al estar Antequera al oeste de esta última población, es imposible ver un amanecer así, lo que hace que la expresión esté cargada de ironía.
Más espiritual es la explicación que tiene como protagonista al infante Fernando. Cuenta la leyenda que el 10 de abril de 1410, en plena campaña militar destinada a recuperar tierras para el bando cristiano, tuvo una visión en su campamento. Santa Eufemia de Calcedoniase le apareció rodeada de leones y ángeles para pedirle que olvidase las dudas: “no temáis y que nos salga el Sol por Antequera y que sea lo que Dios quiera”. Lo cierto es que el sobrino del rey Juan II acabaría tomando Antequera.
Por último, hay quien lo atribuye al otro bando, el encabezado por el sultán Abū `Abd Allāh Muhammad az-Zaghall, más conocido entre los cristianos como el Zagal (valiente). Con sus planes militares desmoronándose, el penúltimo rey de la dinastía nazarí en Granada lanzó un discurso a sus tropas en el que les pidió un esfuerzo final. Fue entonces cuando pudo escucharse “que salga el Sol por Antequera”, pues ya había poco que perder.