Aunque la fórmula está plenamente asentada en nuestro país, hace tiempo que el turismo rural dejó de ser patrimonio exclusivo del territorio nacional. Si bien es cierto que los viajes por Europa suelen tener a las grandes capitales como destinos predilectos, cada vez con más frecuencia, los viajeros exploran otras alternativas en línea con la creciente conciencia medioambiental, la apuesta por la sostenibilidad, la preocupación por la revitalización de los entornos rurales o, sencillamente, el anhelo de escapar del bullicio propio de las grandes ciudades en un entorno natural más allá de nuestras fronteras.
Y es que, en la práctica, la motivación para emprender un viaje de turismo rural es común en diferentes países: disfrutar de la tranquilidad y el contacto con la naturaleza. Sin embargo, elegir un lugar recóndito en el viejo continente ofrece el atractivo añadido de explorar territorios muy diferentes a los que ofrecen las tradicionales escapadas rurales por España. Si añadimos a la magia de contemplar un cielo cuajado de estrellas, al crepitar de una buena fogata en una cabaña en la montaña o al hecho de dejarse arrullar por el sonido de los ríos, la posibilidad de hacerlo a miles de kilómetros de casa, la ecuación puede ser perfecta.
Además, teniendo en cuenta que los viajes por Europa suelen despertar ciertos recelos entre quienes buscan un destino familiar, las vacaciones con niños en un hotel rural del viejo continente son una alternativa que se antoja de lo más seductora. ¿Quieres salirte de los habituales circuitos por Europa y vivir la experiencia de un turismo rural alternativo? Aquí tienes algunas recomendaciones y peculiaridades de las casas rurales que podrás descubrir en el continente europeo.