Desde que comenzamos con este blog hemos encontrado a quien perdió su silla en Sevilla, lo que se perdió en Cuba, entendido la locura de febrero y marzo y las aguas mil de abril. Hoy vamos a intentar aclarar el origen de otra expresión geográfica muy utilizada: quedarse en la luna de Valencia.
Según la Real Academia Española, dicha locución se refiere al estado en el que se queda alguien cuando se ven frustradas las esperanzas de lo que deseaba o pretendía. Sin embargo, navegando por la red es relativamente sencillo comprobar que esta expresión también se utiliza para aquellos que se quedan rezagados o despistados en un momento determinado.
Pero si existen un par de teorías sobre su uso, la cosa se complica cuando rastreamos su origen. Encontramos diversas explicaciones, pero la más aceptada popularmente se remonta al pasado amurallado de la ciudad.
Quienes defienden esta postura señalan que la ciudad de Valencia contaba con varias puertas en su muralla, las cuales se cerraban a las diez de la noche y volvían a abrirse al amanecer. De este modo, quienes retrasaban su entrada en la ciudad corrían el riesgo de pasar la noche al raso o, lo que es lo mismo, a la luna de Valencia.
Hay quien va más allá y añade a esta historia el hecho de que frente a los muros de la población existía un banco con forma de media luna o herradura donde los rezagados se veían obligados a dormir o, al menos, a intentarlo.
Pero existen otras versiones. Entre ellas la del periodista y escritor Vicente Vidal Corella, quien, en el libro “La Valencia de otros tiempos” explica que el surgimiento de “quedarse a la luna de Valencia” pudo producirse durante la expulsión de los moriscos de la ciudad. Este colectivo se vio obligado a esperar en las playas de la zona mientras llegaban los barcos con destino a Argelia, Marruecos y Túnez. Por eso, muchos tuvieron que quedarse varias noches a la luna de Valencia.
Sin embargo, José María Iribarren, autor del libro “El porqué de los dichos” cree que la expresión es simplemente una prolongación del dicho “dejar a la luna”, que tradicionalmente ha significado “dejar en blanco”. De este modo, sus connotaciones podrían haberse trasladado a aquellos que se quedan sin lo que pretendían o esperaban.
Y tú, ¿cuál crees que pudo ser el origen de la expresión?