La Nochebuena supone una velada de recogimiento familiar con esas personas especiales que llenan el día a día, familiares a los que hace tiempo que no se ve o incluso para algunos jóvenes otra noche de celebración en la apodada 'Nueva Nochevieja'. En cualquier caso, esta noche de ocio para la mayoría de los mortales es la más laboriosa para un ser querido por todos: Papá Noel.
Partiendo de Laponia finlandesa, una región en la que predominan fenómenos como las auroras boreales, recorre el mundo para premiar la bondad de los niños de todo el mundo, a los que agasaja con todo tipo de regalos. Su origen se remonta a muchos años atrás y la evolución de este personaje lleva a una verdad irrefutable: existe.
Tanto es así que su historia se remonta prácticamente a los ritos solares. El inicio del cristianismo en Europa transformó su figura en la de San Nicolás. Este obispo cristiano griego vivió en la península de Anatolia, en una región que actualmente está ocupada por Turquía. Precisamente, durante la conquista de esta región por parte de los otomanos se desplazaron los restos mortales de Nicolás a la región italiana de Bari, donde se comenzaron a producir tantos milagros que su leyenda se extendió al resto de confines de Europa.
Se cuenta del obispo Nicolás que al rezar por unos niños acuchillados sanó sus heridas, o que calmó las aguas de un mar que amenazaba con engullir un barco pesquero. En cualquier caso, Nicolás se recuerda como lo que es por un hecho que se produjo con dos mujeres que no conseguían dote y por el que su padre se preocupaba. Se cuenta que Nicolás entró a hurtadillas en su habitación y les dejó una bolsa de monedas a cada una.
La leyenda evolucionó y otras regiones pasaron a tener su San Nicolás particular, como el caso de los Países Bajos y su Sinterklaas -fiesta que se celebraba entre el 5 y el 6 de diciembre-. La masiva migración de holandeses a Nueva York durante el siglo XIX llevó a popularizarlo tanto que el escritor Washington Irving lo recogería en su sátira 'Historia de Nueva York' bajo en nombre de Santa Claus, con el que se le conoce actualmente.
Comienza así a gestarse la figura del personaje que conocemos hoy en día. El poeta Clement Clarke Moore le retrató como un duende que repartía regalos en la víspera de Navidad y que viajaba en un carro empujado por nueve renos, naciendo también la figura de Rudolph. Años más tarde, el ilustrador Thomas Nast le dio la apariencia de abuelo bonachón que tiene actualmente. Una imagen que perfeccionó aún más Habdon Sundblom para una famosa empresa de refrescos.
Esta mágica historia se extendió a mitad del siglo XIX a países europeos como Reino Unido o Francia. En este último país el nombre se tradujo a Bonhomme Nöel, traduciéndose al castellano como Papá Noel. Y el resto, como dicen, es historia.