Septiembre significa para muchos la vuelta al trabajo, a las obligaciones y a las rutinas del día tras haber disfrutado de unas merecidas vacaciones. En algunos casos, esta vuelta se hace especialmente cuesta arriba, tanto que durante el periodo de transición pueden aparecer síntomas como falta de energía o de motivación, apatía o tristeza, cansancio, dificultad para dormir o para concentrase, dolores de cabeza y, en los supuestos más graves, ansiedad e incluso depresión.
Este proceso de adaptación puede llevar apenas un par de días o alargarse hasta las dos o tres semanas. Dejando a un lado los supuestos más extremos (en los que se hace necesaria la intervención de un profesional) es posible reducir estos síntomas con un poco de esfuerzo por nuestra parte. Para ello, conviene seguir estas indicaciones:
Es probable que durante las vacaciones hayas relajado tus horarios y rutinas. Usualmente, durante las vacaciones nos acostamos y nos levantamos más tarde y somos más flexibles con las horas de las comidas.
Por ello, es fundamental acostumbrar al cuerpo a los horarios habituales cuanto antes: lo ideal es empezar a ajustar los horarios unos días antes de incorporarnos al trabajo pero, si no es posible, hay que asegurarse, al menos, de respetar las horas mínimas de sueño desde el primer día. Abusar de la cafeína y del alcohol durante el periodo de adaptación tampoco es una buena idea.
Haz un esfuerzo consciente para enfocar tus pensamientos en la parte positiva de volver a incorporarte al trabajo. Agradece el tiempo que has tenido para descansar y busca motivación en los nuevos retos, en el reencuentro con los compañeros.
Si te has ausentado durante varias semanas de tu puesto de trabajo, es posible que la cantidad de tareas pendientes te sobrepase durante los primeros días. Es por ello que antes de volver a tus ocupaciones, debes dedicar un tiempo suficiente a organizar las urgencias y las prioridades. Frena la impaciencia y las peticiones imposibles.
Y por eso es importantísimo que recuperes las rutinas extra laborales cuanto antes y que encuentres placer en actividades que realices fuera de tu horario laboral. Mención especial en este punto merece el deporte, un factor clave para encontrarse mejor no sólo a nivel físico sino también emocional.
Como ya hemos indicado anteriormente, aunque ahora lo veas todo oscuro, los síntomas empezarán a remitir en unos días o, en el peor de los casos, en unas semanas. Si pasado este plazo sigues sintiéndote triste o apático, deberás consultarlo con un especialista.
Una de las recomendaciones de los expertos para evitar esta sintomatología postvacacional es el de dividir las vacaciones a lo largo del año en lugar de disfrutarlas en un solo periodo durante el verano así que si tienes la posibilidad, puedes plantearte esta opción.
En cualquier caso, empezar a programar las próximas vacaciones te aportará esa dosis de motivación extra que necesitas. Recuerda que siempre puedes contratar un seguro de cancelación por si surge algún imprevisto que finalmente te impida realizar el viaje.