No hay noche más mágica que la noche de San Juan. Aunque el solsticio que marca el principio del estío se produce cada año alrededor del 21 de junio, el calendario cristiano es culpable de que la llegada del verano se celebre unos días después coincidiendo con la conmemoración del nacimiento de San Juan Bautista, seis meses antes del día de navidad. Y se celebra por todo lo alto, con ritos ancestrales en los que los elementos (el fuego, principalmente, pero también el agua) purifican y protegen, conceden deseos y tienen el poder de otorgar dones como la salud, la fertilidad o la buena suerte.
¿Por qué recibimos el verano con fuego? En España se entremezclan las tradiciones pagana y cristiana. En la primera, las hogueras se encendían con intención de ayudar al sol, que empezaba a perder fuelle tras el día más largo del año. La tradición cristiana, por su parte, rememora la hoguera que Zacarías encendió, según las escrituras, para anunciar el nacimiento de su hijo Juan.
Por todo ello, cuando el sol se pone, pasadas las 10 de la noche, las hogueras brotan, aquí y allá, por toda la piel de toro, en distintos rincones de nuestras ciudades y de nuestros pueblos, cada uno con sus motivaciones y tradiciones, en un ambiente festivo. Para más de uno, la noche más corta del año es también la más larga. Os proponemos viajar a tres puntos de la península donde las celebraciones de la noche de San Juan tienen un especial arraigo: