Sin embargo, la tasa de morbilidad (proporción de personas que enferman) sigue encontrándose entre las cinco más altas en cuanto a deportes se refiere.
Pero, ¿existe alguna diferencia entre las lesiones de una y otra práctica? La respuesta es afirmativa.
En el esquí alpino la lesión más frecuente es la rotura de clavícula, seguida de las que afectan a la extremidad inferior (fractura, rotura de ligamentos colaterales, rotura del ligamento cruzado anterior y rotura de meniscos).
El esguince de pulgar, también conocido como “el pulgar del esquiador”, es otra de las lesiones características de este deporte (supone entre un 7% y un 10% del total). Se produce cuando el sujeto cae sobre la mano, con ella cerrada alrededor del bastón, de forma que la correa o el puño del mismo producen una desviación forzada del pulgar, la cual rompe sus ligamentos.
Mientras, los snowboarders dañan especialmente sus muñecas, cuyas roturas suponen un 62% del total de fracturas de esta modalidad. Dicha incidencia se produce principalmente cuando, al perder el equilibrio en una caída hacia atrás sobre nieve dura o helada, el individuo coloca la muñeca en hiperextensión.
Además, las lesiones en la extremidad superior alcanzan el 50% del cómputo global, siendo tres veces más frecuentes que en el caso de los esquiadores. En este colectivo también abundan la fractura de astrágalo y la lesión de los tendones peroneos del pie, que también sufren los esquiadores.
Por último, pese a que la incidencia de lesiones graves de columna vertebral es muy baja, 0,01 por mil esquiadores y día, es cuatros veces mayor entre snowboarders.